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El Año Geofísico Internacional (1957-1958)

Al Primer Año Internacional Polar (AIP), durante los años de 1881 a 1884, en que se realizaron investigaciones astronómicas, meteorológicas y geofísicas exclusivamente en el Ártico (National Oceanic and Atmospheric Agency, s. f.), le siguió, de 1932 a 1933, el Segundo Año Internacional Polar, durante el cual se iniciaron investigaciones multinacionales sistemáticas a gran escala en la Antártida (Roberts, 1949). Ya desde 1950 se planeaba el Tercer Año Internacional Polar, enfocado hacia estudios de la atmósfera superior, para lo cual se requerirían cohetes como herramientas geofísicas. Esto facilitó eventualmente la convergencia entre misiles balísticos y la gobernanza internacional de la Antártida (Berkman, 2011). Para 1952, el Concilio Internacional de Uniones Científicas (ICSU por sus siglas en inglés), denominado desde 1998 como el Concilio Internacional para las Ciencias (con las mismas siglas), decidió renombrar el Tercer AIP como Año Geofísico Internacional (AGI) (Jones, 1959).

Con la ejecución del AGI (Figura 1.4), de julio de 1957 a diciembre de 1958, que consistió en un estudio sistemático del planeta Tierra y su contexto espacial y en el cual participaron alrededor de 70 países, se desarrollaron múltiples expediciones a la Antártida (National Academy of Sciences, s. f.), en las que participaron conjuntamente científicos de 11 países. Para ese trabajo Argentina, Australia, Bélgica, Chile, EE. UU., Francia, Japón, Noruega, Nueva Zelanda, Reino Unido y la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS), acordaron de antemano una moratoria a las tensiones políticas existentes por los traslapes territoriales en la Antártida y establecieron una serie de reglas que incluían compartir en la Antártida toda la infraestructura, logística, personal y datos recolectados. La colaboración científica internacional, como parte del AGI, permitió, en cierta forma, relajar las tensiones existentes en esos años, al establecer una relación personal cercana, sin restricciones políticas, entre científicos de países con ideologías y culturas muy diferentes.

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Figura 1.4. Logo acuñado para la identificación de todas las operaciones, investigaciones y publicaciones asociadas al Año Geofísico Internacional. Fuente: National Academy of Sciences (s. f.).

Como antecedente, la URSS, que había participado como Rusia en el Primer AIP y luego en el Segundo AIP, no se ligó activamente a ICSU ni a la programación del AGI sino hasta 1954, cuando participó en la Asamblea de ICSU en Roma (Berkman, 2011). La URSS tuvo inclusive que invitarse ella misma a la primera reunión de planeamiento de la componente antártica del AGI en París, en 1955 (Elzinga, 2017). Sin embargo, EE. UU. tenía mucha desconfianza y no quería que la URSS se involucrara de alguna manera en asuntos antárticos. Para contrarrestar y diluir la participación soviética, y para proteger su posición, EE. UU. invitaba a estas reuniones a otras naciones (Elzinga, 2017). Esa posición cambió un poco luego de la experiencia del AGI. Fue así como la ciencia y la investigación científica se convirtieron en el motivo y mecanismo para asegurar la paz en un continente que estaba a punto de convertirse en escenario de confrontaciones, ya no solo políticas, sino también bélicas.

En la Antártida no existe una moneda circulante particular para esa región del planeta y es por lo que la ciencia se ha convertido en la moneda internacional para la influencia práctica en asuntos antárticos (Herr & Hall, 1989). La ciencia antártica es la clave para la credibilidad internacional, tanto para las naciones que son parte del Sistema del Tratado Antártico, como para el mismo Tratado Antártico, dentro de la comunidad científica internacional (Quilty, 1990). Estratégicamente, la ciencia antártica podría ser vista como una continuación de la política, dado que es un continente construido por la ciencia y para la ciencia (Elzinga, 1993).